Andy imparable.

El segundo de la tarde fue un animal con recorrido, que tuvo calidad y nobleza. Desde un principio, el torero estuvo entregado con los rejones de castigo. Fue metiendo en faena poco a poco al animal, domándolo y luciendo con “Cupido” en las banderillas al quiebro. También lo hizo con “Apolo”, poniendo los pares de frente. Siguió labor con “Barón”, dando saltos de cara al tendido y finiquitó con las cortas. Rejonazo y dos orejas.

Una oreja del quinto paseó Andy, en un trasteo con el sello propio de la espectacularidad. Lució con dos pares al violín, las cortas y aunque no acertó a la primera con el rejón de muerte, descabelló apropiadamente y el palco concedió la oreja.